domingo, 27 de enero de 2008
“sólo para caballeros” (o “solo pe`, caballero”)
valencia era una ciudad pequeña, “te va a gustar, es miraflores grande”, alguien me dijo antes que me fuera para allá. tuve suerte, hice grandes amigos en poco tiempo. era un grupo reducido, pero, como valencia es una provincia, todos están a la vuelta de la esquina. además, tenías que tener muy mala suerte para no tener un bar debajo de tu depa. así que, al salir del trabajo o de los estudios, nos podíamos juntar rápidamente a tomar una cerveza o a ver una película; a desahogarnos del día a día con chismes, secretos y, lo más importante, rajes; a reírnos con “house” o a deprimirnos con “grey´s anatomy”, pero siempre en compañía de alguien.
fueron nueve meses, un embarazo. sin embargo, más que parir cualquier cosa, tuve que partir: de regreso a miraflores, al de verdad.
cómo termina un joven, solo en casa, un viernes en la noche, mirando “alta fidelidad”? cómo termina un limeño más solo en su ciudad que cuando vivía fuera de ésta? la chica que quiere invitar a salir ya sale con otro; la chica que llamó después de enterarse del punto anterior tenía un compromiso familiar; gracias al verano, sus amigos estaban fuera de lima o tenían qué hacer con sus parejas. al salir de la oficina alguien le preguntó por su edad, la reacción a la respuesta fue la siguiente: “veintitrés años?! ya quisiera tener veintitrés años carajo! no sabes lo que estaría haciendo!” ya huevón…
viernes y sábado perdidos, pero comenzó otra semana y listo, encontré dos patas con quién salir. parados frente a la barra de una bodega vieja en barranco, con chelas en mano, uno pregunta, “es cierto que en esta zona del bar no te dejan sentarte en las mesas, al menos que vengas con una chica?” como mi amigo no ha vivido su época universitaria en lima, esperaba una respuesta rápida de los otros dos, supuestamente más limeños que el carajo, pero la verdad que no teníamos idea: las pocas veces que habíamos ido a ese bar había sido con una dama de compañía y no me refiero a “aquellas”, sino con alguna amiga. nos fijamos en las mesas y, efectivamente, todos los grupos sentados en ese sector contaban por lo menos con una fémina.
a la tercera jarra, una mesa se desocupa. el curioso dijo, “a ver, vao` a probar”. lo seguimos hasta la mesa y, antes que pudiéramos poner nuestras manos en las sillas, el señor de los sánguches, con cuchillo en mano, nos dice, “sólo para caballeros, al fondo”. una jarra más y nos quitamos.
en mi corta vida he sido discriminado por varias cosas: en el colegio, por lorna; en mi casa y algunos lugares públicos, por fumador; en los deportes, por torpe; pero eso sí, esta era nueva: era la primera vez que me prohibían sentarme en una mesa por no estar con una chica, dios, qué patético.
días después traté de salir solo. regresé a la vieja bodega. me pedí una cerveza y creí estar acompañado porque había otra persona solitaria en la barra… hasta que llegó su pareja.
me sentí un extraño, observado, un bicho raro, ni siquiera al nivel de una mosca de bar. llamé a un amigo. nos fuimos a tomar a otro lugar y me encontré con mi ex. mi amigo, prudente, se quitó y nos dejó solos. nos hicimos compañía aquella noche. claro, estábamos de fin de semana, era barranco y ella vive por mi jato, en miraflores. si lima sólo fuera barranco y miraflores… pero no lo es y esta vez me quedo más de nueve meses.
ahora, sábado en la noche, todo el mundo en la playa, la mayoría con sus parejitas y, felizmente, ahí tenía algunas películas que aún no había visto y este texto pendiente que le prometí a un amigo.
solo pe`, caballero…
escrito por una fiebre de sábado por la noche.
lunes, 21 de enero de 2008
Mis respetos, señoritas minifalderas
"Mini es un jean
pedacito de tela
que se ponen las mujeres
para… provocar
Flacas, gordas
con su mini mini
Ouuuoooo oooooh"
El verano llegó llegó, con el sol y con el calor. Pero yo –con las minifaldas- no puedo. Se ven lindas, súper sexis y todo, pero hay que tener actitud de minifaldera para poder ponerse una minifalda con convicción.
Una falda tan mini, en un horario post-playero, se me hace difícil de imaginar. Sobretodo si el cuerpo en el que tiene que ubicarse ese pedacito de tela, es el mío. Salir a juerguear bieeeeeen a la minifalda es algo que nunca he podido hacer. O al menos, todavía no. Pero quién sabe, quizás algún día me rebele contra mis propias censuras anti-exhibicionistas y aparezca caminando por la vereda con el buen taco 10, la mini recién comprada y el 'tumbao' preciso para atraer la mirada de toda la comunidad.
A continuación, seguramente entraré a una discoteca de moda, procederé a escoger a uno de los diez moscardones que se aglomerarán a mí alrededor y bailaré "cheek-to-cheek”, “torax-to-torax”, “leg-to-leg”. Al compás de una canción de lo más melosa, que además tendrá un coro pegajoso y los dos cantaremos a coro.
Pero por ahora me tendré que resignar, ver cómo otras lo hacen y sentir envidia. Me encantaría ser una minifaldera de pura sepa, pero hay que ser realistas, no me sale. ¿Qué se le va a hacer? Me siento más cómoda con mis cucufatonas faldas a media pierna. O en algunos casos, en un acto de sorprendente osadía, usando las faldas por encima de la rodilla.
Aprovecho esta oportunidad para hacer un especial reconocimiento a todas aquellas señoritas que sí lo hacen, que se ponen su buena mini sin hacerse tantas paltas. Probablemente pertenezcan a una raza superior, más vehemente.
Y es que en verdad está clarísimo. No es un tema de cuerpo, es un tema de actitud. La canción no se equivoca, no sólo las flacuchentas usan este vestuario. Algunas simpáticas señoritas, ricas-y-apretaditas, también hacen gala de su gracia, derramando lisura a su paso; cual limeña salida de “la Flor de la Canela”.
Tres hurras por Mary Quant, la diseñadora inglesa que pasó a la historia y causó furor con la presentación en sociedad del fetiche y símbolo de la década del 60. Han pasado más de 40 años, pero me imagino que los varoncitos le estarán eternamente agradecidos.
Hip hip...
¡Las minifalderas tienen el poder! No hay nada más que decir.
Escrito por Una minifaldera en potencia, es sólo cuestión de tiempo.
jueves, 17 de enero de 2008
Gracias
Gracias por el agua con gas y las sobras de las tazas de café cuando era niño, gracias por mis primeros Legos, Playgos, Playmóviles, Thundercats, G.I. Joes, Tortuninyas, trenes eléctricos, autos a control remoto y gracias también por aquella pelota de fútbol que nunca aprendí a utilizar.
Por aquellos viajes al sur que recuerdo vagamente, por aquellos flashes equiparables a recuerdos de mis días en el kinder, por dejarme sostener el timón del auto a los seis años, por conocer a Hitchcock a temprana edad, por no poder caminar junto a una paloma gracias a Hitchcock, por aquella cámara descartable que fue mi primera cámara y que me dio mis primeras fotos.
Gracias por mi primera ida al cine, por aquel libro de Hemingway ilustrado por Dalí y por decirme quién era Dalí y todos ellos.
Gracias por aquellos vasos con agua durante la madrugada, gracias por dejarme dormir hasta tarde y gracias por no imponerme los desayunos al amanecer durante las vacaciones.
Gracias por aquellos cumpleaños en el Rancho, lugar del primer beso en los labios.
Gracias por mi primera cámara con película, y por aquel libro de cómo tomar fotos (equivalente a uno de fotografía para dummies).
Gracias por llevarme al estadio, por mi primera camiseta, y por mi primer conchatumadre desde una tribuna.
Gracias por mis tardes de fútbol con aquella pelota que no sabía utilizar, por los libros que habían en la casa y que pude leer, gracias por revelar las fotos que tomé con aquella cámara de película, por las cenas navideñas llenas de bromas y por no obligarme a ir a misa.
Gracias por llevarme de viaje fuera del país y gracias también por ir a todos lados dentro del país, caminando, en bicicleta, en auto o en bus. Gracias por mi primera bicicleta, skate y también por aquellas Allstar, que fueron las primeras.
Gracias por mi Nintendo, por mi Súper Nintendo, por los Beatles en vinilos, por el ceviche, por la comida criolla (excepto el Cau Cau), por el Chifa, las pastas y las carnes rojas sangrantes.
Gracias por Ribeyro, Ciro, Verne, Vargas Llosa, Cortázar y Bryce. Por mi primera chela y por mi segundo whisky.
Gracias por Tres Patines, por El Chavo, por la Serie Rosa, por Dos super policías, Dos puños contra Río, Don Camilo y todas las películas de Bud Spencer y Terence Hill, por Porky’s y por la Venganza de los Nerds 1, 2, 3 y 4, gracias también por dejarme ver televisión hasta tarde, por no decirme que me duerma y por no encontrar mis primeros puchos. Gracias por aquellas maratones de Nueva ola francesa, por Star Wars y Chaplin.
Y gracias por no deshacerse de mis Legos, Playgos, Playmóvils, Thundercats, G.I. Joes, Tortuninyas, trenes eléctricos, autos a control remoto y aquella pelota que nunca aprendí a utilizar.
Gracias por aquellos trece primeros años en el 885.
Escrito por dos horas de recuerdos de la infancia.
miércoles, 9 de enero de 2008
(Te) Odio.
Odiaba tener que pedirte, por favor, te sacaras las medias antes de tirar. Odiaba eso. Odiaba que te gustara tirar con medias y que me dijeras que me amabas después que caía rendido a lado tuyo. Odiaba que me amaras tanto, que tengas (no sé cuantas pero varias) fotos mías en tu cartera. Que fueras tan buena, que me aguantaras tanto. Odiaba que desearas pasar el resto de tu vida conmigo. Odiaba tu risa aguda, el exceso de grasa que descansaba ociosa arriba de tu cintura. Odiaba que tengas que trabajar los sábados y a veces, los domingos. Odiaba hacer las mismas cosas siempre; mi cama- el cine-el chifa-el cine-el chifa-mi cama-el chifa-el cine-mi cama. Odiaba no dormir contigo cuando quería dormir contigo. Odiaba tu cosmonáutica casaca celeste y tus vaqueriles botas negras. Odiaba que siempre tuvieras tanto frío y nunca tanto calor. Odiaba que uses esa esclava en la muñeca y odiaba la inicial de mi nombre en la esclava que usabas en la muñeca. Odiaba que siempre dependieras de mi. Odiaba que me llamaras por teléfono mientras trabajaba. Odiaba que no te gustara el mar y que no supieras nadar. Odiaba que me dijeras diminutivos llenos de edulcorante cariño frente a todos, por teléfono o al oído. Odiaba cuando decías que querías aprender a cocinar. Odiaba que no supieras cocinar. Odiaba que no usaras falda. Odiaba que no hicieras deporte y que tu talento oculto no lo encontraras aún. Odiaba cuando te ponías a llorar frente a mi y el asmático sonido nasal que hacías mientras llorabas. Odiaba cuando llorabas por culpa mía. Odiaba que a tus amigos les dijeras amigo o amiga, y que tuvieras pocos amigos.
Odiaba que me llames cuando estaba chupando con mis amigos. Odiaba pelearme por eso. Odiaba que nunca leyeras y que siempre pidas mis libros. Odiaba que nunca devolvieras mis revistas porque creías tener inmunidad de devolución por estar conmigo. Odiaba tu falta de curiosidad y tu exceso de discreción. Odiaba tus miedos. Y cuando me tenías miedo, simplemente odiaba que lo tuvieras. Odiaba que tu mayor anhelo sea comprarte un carro. Odiaba las letras de tus baladas favoritas y odiaba que las letras de esas baladas salgan de tu boca. Odiaba que siempre esperabas que te dé lo que no me nacía darte. Odiaba pelearme contigo y contigo pelearme odiaba. Odiaba tus incumplidas promesas de dieta. Odiaba tu impuntualidad femenina y tus vestidos de fiesta verdelimón. Odiaba tu falta de fotogenia y tu compulsivo deseo de tomarte fotos con quien se cruce en tu camino. Odiaba los rayitos rubios en tu cabello azabache. Odiaba que te pintes las uñas y en tus dedos, odiaba que te pusieras anillos. Odiaba que aplaudieras mientras reías. Odiaba que me dijeras ya vamos. Odiaba tenerte tanto. Odiaba tener que tenerte tanto. Odio extrañarte tanto.
(Te) extraño.
Exorcismo de alguien que no odia pero tampoco quiere.
Verdad Absoluta de Liniers (Che, ¿podemos ser socios?).
viernes, 4 de enero de 2008
2007 + 1
Un año más, un año nuevo, un año para hacer todas las cosas que quedaron pendientes, para que diciembre no nos vuelva a agarrar desprevenidos.
Para decir las palabras que se nos quedaron en la punta de la lengua.
Para hacer las cosas que no nos atrevimos a hacer.
300 + 60 + 5 días para levantarnos con el pie derecho y, a pesar de eso, meter la pata; pero con gusto, con la sensación de que realmente estamos viviendo.
8000 + 700 + 60 horas para hacer, literalmente, lo que nos dé la gana.
Para sembrar un árbol, tener un hijo o escribir un libro.
Para cambiar de look.
Para dormir, soñar y hasta tener pesadillas.
Para desvelarnos de pura emoción.
Para romper el chanchito y viajar tan lejos como podamos.
Para conversar con personas que aún no conocemos.
Para postular a una beca.
Para poner un negocio propio.
Para ir a un montón de conciertos y gritar hasta quedar afónicos.
Para aguantar dolores de pies después de haber pasado toda la noche bailando.
Para ver el amanecer, como consecuencia de una juerga o por simple inspiración.
Para ir a recoger a alguien especial al aeropuerto.
Para jurar amor eterno e inolvidable, de la forma más creativa y exagerada.
Para dar el beso más largo, tierno y melosamente cursi de nuestra historia como besucones.
Para aprender a coquetear.
Para llamar a los amigos que nunca llamamos.
Para ir a un reencuentro promocional del colegio donde alguna vez estudiamos.
Para sonreír, reír y carcajearnos, según amerite la situación y la compañía.
Para emborracharnos con nuestros mejores amigos y hacer nuevos amigos de puro borrachos.
Para aprender a bailar salsa, pero bien.
Para probar nuevos sabores.
Para hacer nuevas muecas.
Para convertirnos en el tío preferido de algún sobrino, aunque sea de cariño.
Para aprender a cocinar un plato, convertirlo en nuestra especialidad y creernos que en verdad "a nadie le sale tan rico".
Para hacer algo con la intención de cambiar el mundo, aunque parezca ingenuo.
Para hacer el ridículo, sin traumas post-hechos.
Para aprender algo nuevo, lo que sea.
Un año para dejar de pensar… que no se puede hacer tantas cosas en un año.
Escrito por la enemiga No. 1 de Agatha Lys (y sus predicciones para el 2008).
El comic es propiedad de Quino y nosotros nos seguimos haciendo los locos con los derechos de autor, el copyright, todas esas cosas.
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